Ya estamos a una semana de acabar en Gran Canaria la pretemporada 2011 de ciclismo. Ese tiempo entre temporada y temporada.
Según los que saben, hay que procurar un buen descanso sin perder la forma. O sea, que tienes que aflojar, pero sin pasarte, pues se necesita un mínimo desde el que podamos estar preparados para las carreras ciclistas del siguiente año.
Para eso, hay dos cosas que hemos ido teniendo en cuenta:
1. La preparación física. Entre el machaque del año anterior y el machaque que está por venir, el cuerpo necesita una intensidad de entrenamiento baja-media, entre un 50% y 70% de la frecuencia cardíaca máxima.
2. Y la motivación psicológica. Nuestra cabeza necesita renovar la ilusión por coger la bicicleta después del stress acumulado de la temporada anterior. Lo que solemos hacer son actividades aeróbicas que no sean ciclismo: nadar, correr, raquetas en la playa...
Precisamente este diciembre pasado, aprovechando mis vacas en Cantabria me fui con el equipo de Corrales de Buelna, el PIÉLAGOS, al campeonato regional de Asturias de Ciclocrós, en el Parque de Los Pericones, Gijón. Me pareció que era una ocasión especial para pasármelo bien haciendo algo totalmente nuevo, en la que además de ponerme en forma, lograría algo más de técnica en la bicicleta, que nunca viene mal.
Pensé que la cosa iría sobre ruedas, pero me encontré con algunas sorpresas en el recorrido de casi tres kilómetros que tuvimos que repetir en cuatro ocasiones.
Por un lado el FRÍO. No me termino de acostumbrar a que se pueda vivir a menos de cero grados de temperatura y mucho menos correr en bici. Me di cuenta que era de los pocos que en la carrera iba totalmente forrado de ropa. Lo que eché de menos el pasamontaña!!!
El BARRO. Hay que conocer muy bien las técnicas de esquí sobre la bici para el barro. Sobre todo si vas con cierta velocidad y en pendiente. Y lo bonito que queda el barro sobre la ropa, las manos y dónde te pille!!!
ESCALERAS DE CEMENTO. Llego a saber cuándo comencé en esto del ciclismo que había que ponerse la bici al hombro y subir escaleras, y me da que hubiera desertado a la primera. Me acordé entonces un ratito del que había diseñado el recorrido.
ARENA. No todo iba a ser malo, al menos recordaba la playa cada vez que tenía que ponerme otra vez la bicicleta al hombro para pasar aquel campo de batalla.
EL CÉSPED. Te dices: pues mira que bien, menos barro. Y te encuentras con que te has engañado. Se trata de una alfombra de velcro verde sobre el suelo, que agarra las ruedas de la bicicleta como si estuviera contentísima de comérselas.
Al final, pese a constatar que soy únicamente carne de asfalto, muchas risas, el cuerpo satisfecho del esfuerzo y la sensación de que ha sido una pequeña aventura entre amigos.
Y porque una imagen vale más que mil palabras, dejo aquí las fotos de la aventura, y aprovecho para presentar a mis amigos del EQUIPO PIÉLAGOS.
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