miércoles, 2 de marzo de 2011

A PINITO

Nunca antes habían estado tan espectaculares las carreteras en Gran Canaria. Son las de siempre, pero algo ha sucedido en mi retina que ha pintado los márgenes de verde. Las cuestas ya no son tan pindias o empinadas. Las curvas sin peralte, bromas del trazado. Los baches, no existen... Parece que más que rodar, surfeo sobre la carretera. Me siento  feliz  y seguro.
Me preguntaba que sería eso que llaman la mayoría AMOR. Me planteaba si eso que me resultaba extraño, algún día me pasaría a mí. Ya no tengo dudas. Después de más de dos meses la volví a ver. Qué guapa es!!! Me sentí pletórico por estar junto a ella.
A Pino la conocí este invierno, a las afueras de Pamplona, junto a mi padre y algunos amigos. En una nave fría, con el madrugón y los kilómetros acumulados por el viaje desde Cantabria, nos presentaron a Pino y su famosa familia.
La abuela de Pino, italiana y célebre por sus salidas con Indurain,  que conocía por fotografías, se encontraba a la entrada. Ni le hablamos ni nos habló. El tiempo tiene quizás esas cosas. Ya dentro, a un lado de la estancia, entre estanterías y apoyada despreocupadamente en la pared, junto a todas sus hermanas, Pino ni siquiera me llamó la atención. Pero al salir del grupo y moverse con sus gestos propios, algo me sucedió. Tal vez el brillo de su estudiado maquillaje, quizás sus llamativas curvas, o simplemente los andares acompasados producto de su Tour por París.
Lo cierto es que se ha venido a Gran Canaria definitivamente conmigo. Llevamos varios días juntos y parece que siempre hubiera sido así. Desde nuestra primera salida, a Guayadeque, sentí que a Pino y a mí no nos hacían falta las palabras. Están de más, y nos entusiasma pensar en nuestro futuro en compañía.
Ya no me quedan dudas: Mi corazón marcha a ritmo de pedal!!!!


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