jueves, 24 de marzo de 2011

Un día sin Pinito


Este sábado pasado tuvimos la cabeza en otra cosa distinta al  ciclismo. Se planteó entre la familia BICITEL aprovechar las fechas y disfrutar de una alternativa carnavalera, escapando de esa obsesión que acapara nuestra vida, la bicicleta. 

Pinito se quedó en casa y me disfracé! No soy muy carnavalero, lo confieso. Pero, esta vez, como iba arropado con mi grupo de amigos, me animé. La ocasión pintaba muy bien. Se había elegido por ser el sábado libre de competiciones la Cabalgata del Carnaval de Vecindario,  unos carnavales que no albergan tanta gente como los afamados y con solera de Maspalomas y Las Palmas.

Para la ocasión disponíamos de una carroza de lujo, música, bebidas, comida y creatividad a tutiplén. Las  risas estaban aseguradas.

La gran mayoría de nuestra carroza se disfrazó de enfermeras, otros, Ñito incluido, aprovecharon para dar libertad a sus "locas" cualidades femeninas, yo me sumé al grupito que decidimos ir de "Bebés": blusa blanca con calzoncillo largo adornados de un babero, una chupa, un biberón y un pañal con pegatinas de Hello Kitty, Bob Esponja y Winie the Pooh. ¿A que estábamos monos?

Entre las ocurrencias graciosas de todo el mundo, los bailoteos y las ojeadas a las guapas e imaginativas niñas, pasamos un ratillo gracioso.  

Al día siguiente se me pegaron las sábanas y tuve que localizar a la peña ciclista en ruta, pero aún así tuvimos tiempo de comentar  las jugadas del día anterior:
Fernando, nuestro presi, se quejaba todavía del dolor del pisotón de mi hermano Aristides entre los para y arranca de la guagua que utilizamos de carroza. Javi recordaba que el desespero juega malas pasadas y que no había que bailar con la primera que se te presentaba, mucho más si estaba tan entrada en carnes. David (Montero) era de la opinión contraria, para él, no había que dejar escapar ninguna posibilidad cuando se trataba de bailar con una chica.Yelco que a pesar de las pocas fiestas a las que había ido se le notó que estuvo en su salsa, comentaba lo bien que se lo había pasado. Josué, lo guapo que le quedaba el pañal, que siempre parecía que se le caía.

Entre todos pasamos un buen sábado de carnaval hasta que tocó descansar para dar tiempo a las bicis y no se nos mosqueasen de tanta cháchara y juerga  carnavalera.


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